Atribuyen un origen común a las poblaciones prehispánicas del centro y sur del país
A partir de la morfología craneofacial de muestras representativas de poblaciones que vivieron en distintas regiones de Argentina, un trabajo realizado en el Museo de Antropología de la UNC encontró similitudes entre los pueblos que habitaron las Sierras Centrales –actuales territorios de Córdoba y San Luis– y los aborígenes de la Patagonia y del noreste de la región pampeana. Estos descubrimientos contradicen la visión tradicional que relacionaba a los habitantes prehispánicos de las Sierras Grandes con grupos asentados en el noroeste del país. [29.06.2010]
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Desde los trabajos del famoso paleontólogo y antropólogo Florentino Ameghino en adelante, la mayoría de las hipótesis sostenían que las corrientes migratorias que poblaron nuestro país provenían del noroeste. Esta visión coincidía con el trayecto de la ola migratoria que pobló el continente americano, con su ingreso a través del estrecho de Bering (entre Alaska y Siberia) y su desplazamiento hacia el sur, por el oeste continental. En este marco, los pobladores de Córdoba siempre fueron vinculados con poblaciones andinas.
Si bien la presencia de distintos artefactos, como puntas de proyectiles, reforzaba la idea de una relación entre las poblaciones de las Sierras Centrales con las andinas, investigadores del proyecto "Poblamiento humano inicial y patrones de variación biológica en el área central de Argentina", del Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, contradicen esa hipótesis.
“Comparamos la morfología del cráneo y la cara de los individuos procedentes de las Sierras Centrales con la de poblaciones de la región andina y de otras regiones del país. Advertimos que tienen más similitudes con los aborígenes de la Patagonia y del noreste de la región pampeana que con otros grupos humanos. Estos resultados apoyan nuestra hipótesis acerca de un poblamiento de esta región procedente del noreste del país, que luego habría continuado hacia Patagonia y Tierra del Fuego”, comenta Mariana Fabra, investigadora asistente de CONICET, con lugar de trabajo en el Museo de Antropología.
Ser o no ser
La medición en restos óseos humanos ha sido utilizada desde los primeros estudios osteológicos, tanto para describir individuos como para comparar poblaciones.
Las variables métricas lineales se encuentran entre los rasgos cuantitativos más utilizados para estudiar las afinidades poblacionales. La forma y tamaño de los organismos son captados a partir de una serie de medidas cuantitativas, tales como longitudes, anchuras, ángulos e índices. La información recuperada es analizada a partir de diversos métodos, que permiten resumir en unos pocos parámetros la variabilidad morfológica observada. Las variaciones poblacionales que se observan con esta metodología son resultado tanto de diferencias genéticas como ambientales entre distintos grupos humanos.
Desde que los estudios genéticos han demostrado que los genes influyen en gran medida en la morfología craneal, se asume que aquellos grupos con morfología craneal similar están más relacionados que quienes evidencian diferencias más marcadas.
En el caso del estudio realizado por Fabra, se arribó a la conclusión al relacionar las poblaciones de las Sierras Centrales con las poblaciones de la Patagonia y del noreste de la región pampeana. Esto implicó analizar 10 variables morfométricas lineales (como ilustra la figura) en 14 muestras representativas de poblaciones que habitaron diversas regiones del país.
La perspectiva desde la que se desarrolló esta investigación se denomina genética del paisaje y surge de la combinación de la genética de poblaciones y la ecología del paisaje, lo que permite una mayor comprensión de la interacción entre el paisaje y los procesos evolutivos.
“Numerosas preguntas sobre los orígenes, las estrategias de dispersión y la evolución local de los grupos prehispánicos permanecen irresueltas. En cuanto a las Sierras Centrales, los conquistadores denominaron a los habitantes de la región de una manera homegeneizante como “Comechingones”. Sin embargo, las diferentes estrategias y desarrollos locales observados llevan a pensar en una diversidad de grupos étnicos que contradicen la supuesta unicidad cultural de la región, postulada por los primeros cronistas”, sostiene la investigadora.
El ADN también
Los resultados obtenidos a partir de variables de la morfología craneal fueron avalados por estudios de marcadores de ADN realizados también en el Museo de Antropología por la bióloga Angelina García.
En este caso se estudió la distribución de los linajes maternos amerindios de la muestra de Córdoba y se concluyó que son similares a los que se encuentran en las poblaciones nativas de Patagonia y Tierra del Fuego.
De esta forma, los resultados obtenidos a partir del estudio de la morfología craneofacial y los marcadores moleculares del ADN mitocondrial refuerzan los supuestos de los investigadores acerca de la semejanza biológica de las poblaciones de las Sierras Centrales y poblaciones de la Patagonia y del noreste de la región pampeana.
Por Eliana Piemonte | epiemonte@comunicacion.unc.edu.ar